"El canto de las islas era cada vez más intenso (...) Y las voces se tornaban cada vez más tenues y lejanas, como el susurro de la marejada sobre el banco".
"No se puede decir que el río cambie de una manera en invierno y de otra manera en verano. Cambia. Es es todo. Las islas, por el contrario, parecen distintas con cada estación que llega. No sólo por la intensidad del verde, en el verano, sino por algo mucho más sutil. En el invierno, desde el río abierto, se pierden en una lejanía brumosa. De pronto están, de pronto no están. Uno duda del río y piensa que es imposible llegar alguna vez, a pesar de toda esa tenue ansiedad que lo aísla y lo mece y lo acongoja en parte".